jueves, 4 de marzo de 2010

El Final del Comienzo (última parte)

Tras un espectacular amanecer nuestros protagonistas se despidieron nostálgicamente de Praia da Rocha regalándose una estupenda cabalgada por la arenosa ensenada. Cientos de cementados castillos esparcidos por las numerosas colinas dificultaron los primeros compases de esta nueva jornada. Sin embargo, empujados por la proximidad de la madre patria, pronto hicieron frente a los obstáculos devorando decenas de metros con cada pedalada. La idea de cruzar esa misma tarde la frontera apareció en el horizonte. Empujados por se sabe bien que llegaron a Vila Real de Santo Antonio antes de que cayera el sol. Pero, a pesar de las tremendas expectativas que se habían despertado en los aventureros, la última barcaza hacia Ayamonte ya había partido. Pequeño contratiempo que pasó a la historia tras unos pinchos y unas Sagres aderezados con una estupenda compañía. Ya entrada la noche y algo “tocados” por las cervezas buscaron refugio entre las marismas.



El sol mañanero les despertó con sus primeros destellos. Al salir de la tienda se vieron rodeados por agua debido una subida de la marea que devolvía vida a la marisma a través de sus canales mareales. Una amena charla y un soleado desayuno en una estupenda terracita precedieron al ansiado embarque. Antes de darse cuenta estaban ya en la otra orilla, Ayamonte y Andalucía les recibían con las manos abiertas. El viento de cara o el inoportuno pinchazo quedaron a un lado como simples anécdotas, ni siquiera los enormes fresales de Lepe los detuvieron. A una velocidad endiablada entraron en Aljaraque, allí los gentiles Juan y Merchi los recibieron como a sus propios hijos.



Un refrescante baño en la piscina y la deliciosa comida casera les devolvió a la civilización. En el horizonte otra meta, Adrián, un entrañable amigo al que hacía tiempo que no veían, y su restaurante en Punta Umbría.


A pesar del tiempo transcurrido los buenos amigos siempre quedan y, como los tres esperaban, el tiempo no había pasado para ellos, todo seguía como antaño. El restaurador onubense les agasajó con un sinfín de deliciosos platos a la altura del mismísimo Ferran Adrià. Más tarde, con los estómagos mas que satisfechos y con el restaurante ya cerrado, disfrutaron junto a Jose (el cuarto en discordia) de unas copas amenizadas por las anécdotas de antaño y los planes futuros. Momentos inolvidables que quedarán para siempre en la memoria de los viajeros.


Un sueño reparador y aquel desayuno fueron los preámbulos de una triste pero inevitable despedida. Ese el destino de los soñadores, de nuevo en camino, continuar buscando nuevos retos y aventuras.

Antes de arribar al parque nacional de Doñana aun hubo tiempo de degustar los suculentos bocadillos que la dulce Merchi les había preparado. Ante ellos se extendía la inmensidad del parque y su extensa playa, más de 30 kilómetros que eran su única conexión con la provincia de Cádiz, su última parada.

Las primeras sombras de la noche les sorprendió en la playa de Matalascañas, allí acurrucados junto a un chiringuito veraniego disfrutaron de la que a la postre sería su última noche al raso. El cielo parecía consciente de ello y les regaló multitud de estrellas bajo las que seguir soñando.



Grillos, eso fue lo que encontraron nada más despertarse, cientos de ellos ocupaban las prendas de nuestros amigos. Una vez superada la aprensión inicial limpiaron sus ropas y partieron al alba en busca de una nueva barcaza a la orilla del Guadalquivir con la incertidumbre de no saber si los muchos kilómetros recorridos por la arena les serían premiados con la presencia de dicha barca.

A pesar de la dificultad de rodar por la arena con la rueda trasera de carretera y el plato grande llegaron justo en el precioso instante en el que la barcaza hacía su aparición en esta orilla, la onubense.



Sanlúcar, una llamada a los amigos, otro pinchazo, dudas para elegir camino. Otra vez ritmo endiablado para atravesar esos prados tan familiares que les conducirían a la ansiada Puerto Real. Ya a la altura del Puerto de Santa María una pregunta empieza a surgir en la mente de nuestros amigos ¿Por qué tanta prisa? ¿Realmente queremos llegar? ¿Se va a terminar aquí nuestra aventura? La nostalgia empieza a llenarlo todo, tantos días, tantos kilómetros, tantas vivencias, tantas ciudades, tanta gente… Los dos cruzan una mirada de complicidad, una lágrima asoma por la mejilla. Ahora ya no quieren que acabe, pero es demasiado tarde. La euforia de reencontrase con sus amigos en su ciudad de adopción vuelve a tornar sus sentimientos en alegría.



Abrazos, bromas, besos, anécdotas. Siempre es estupendo el reencuentro. Al día siguiente nuestros valientes aventureros aun se dan el gusto de hacer unos pocos kilómetros por la zona, pero ambos saben que ya todo ha terminado. Que se cierra una etapa de sus vidas, que algo ha cambiado en su interior y que siempre habrá un antes y un después de este viaje, su viaje. En el horizonte tan solo una certeza, este no ha sino el final, sino más bien el principio…

viernes, 6 de noviembre de 2009

El Final del Comienzo (Parte II)

Y amaneció, pero los malos augurios continuaron, el que sufrió rotura esta vez fue Luis, lo que retrasó la salida de Setúbal hasta el medio día.


Tras este nuevo incidente la suerte pareció cambiarles, ya que llegaron justo a tiempo de coger el barquito que les haría cruzar el estuario del río Sado. Después del desembarque continuaron a buen ritmo en dirección a Santiago do Cacém, unos deliciosos higos recién recolectados y un sabroso magnum fue todo el alimento que consumieron hasta llegar a la costera ciudad de Sines.

Allí, el destino les había reservado una posada para poder observar el partido de su equipo mientras devoraban la ansiada cena, a la conclusión del mismo partieron con nocturnidad en busca de una playa donde guarecerse. No fue tarea fácil y tras una decena de temerarios kilómetros completamente oscuras rezando por sobrevivir a los coches llegaron a destino y cansados pero satisfechos no tardaron en dormirse.

Se despertaron con las primeras luces del alba, el día les sonreía y ellos sabían que por fin, otra vez, todo volvería a la normalidad. Los primeros kilómetros pasaron rápido hasta llegar a la noble ciudad de Porto Covo, grandísimas playas y un abundante almuerzo los hizo continuar hacia el Sur, el ansiado Sur.

Ante sus ojos pasaba la belleza de esa recóndita Portugal que anhelaban, esa Portugal que les había sorprendido al Norte y que desaparecía en los alrededores de Porto y Lisboa. Vilafranca do Milfontes o Zambujeira de Mar fueron algunas de las poblaciones que atravesaron, cabalgaban rápido nuestros aventureros, la proximidad a su patria les daba alas. Una vez más, las únicas paradas que contemplaban eran las de las higueras, no había nada como sentarse a la sombra de una de estas mientras llenaban el estómago con sus frutos.

El sendero los condujo hasta Aljezur, donde compraron la cena y se acordaron profundamente del hermoso castillo del Rey Herminio, no muy lejos de allí hicieron noche bajo la atenta mirada de las miles y miles de estrellas que los guiaban.

No se sabe muy bien como, a pesar de las averías en sus corceles, y empujados por una fuerza sobrehumana antes del mediodía se encontraban en el cabo San Vicente, otro de los puntos de visita ineludibles de su aventura, ante su ojos solo la inmensidad del mar y la sensación de que ya casi estaban en casa, pese a la distancia que aun les separaba.

Tras visitar Sagres y rellenar los hambrientos estómagos partieron con la clara idea de llegar a Portimao y ya nada les apartó de su objetivo, ni el viento, ni el kilometraje ni la belleza de la majestuosa Lagos impidió que arribaran. Una infernal bajada les esperaba allí. Valió la pena, nada más bonito que el atardecer en Praia da Rocha.

viernes, 25 de septiembre de 2009

El Final Del Comienzo (parte I)

Érase una vez dos valientes caballeros que a bordo de sus corceles arrivaron a la noble villa de Lisboa tras cruzar la sierra y pasar por el punto más occidental de la península. Al principio la ciudad les pareció destartalada, fea y muy estresante. Después de una mala experiencia en un ciber-abrevadero decidieron huir a los parques, donde se encontraban más cómodos. Fue entonces cuando apareció la gentil doncella Rosa a ofrecerles su morada y hospitalidad. Tras un breve aseo y descanso, y después de devorar la exquisita cena, la doncella les descubrió una nueva Lisboa, una ciudad nocturna rebosante de vida y con unas vistas de impresión.

Ya al siguiente día, quedaron para comer con el Rey Herminio, su amable esposa María Jesús y el príncipe Joao. Nuestros valientes caballeros dieron buena cuenta del buffet libre de comida casera portuguesa y pasaron una estupenda sobremesa en la corte del rey. Este les obsequió con el deseado mapa de Portugal que tanto habían ansiando e incluso les ofreció sus hermosos aposentos reales en Aljazur, pero los nobles rechazaron este último presente y partieron de la villa con una imagen totalmente distinta de la que habían tenido al llegar.

A pesar de la morriña que les invadía tuvieron que partir tras despedirse de Rosa. El sendero hacia Setúbal pasaba rápido hasta que una señal tumbada y boca abajo se cruzó en el camino de nuestros protagonistas. El resultado fue la rotura de las patas traseras, los herrajes y hasta la montura de uno de los caballos que quedó inutilizado.

Por suerte, un entrañable juglar se ofreció a llevarlos al pueblo más cercano, donde consiguieron ponerle unos herrajes traseros (aunque de carretera) al noble corcel que jamás volvió a ser el mismo. Reemprendieron marcha y justo antes del anochecer y llegando ya a Setúbal, el otro caballo también rompió sus herrajes.

Nuestros valientes caballeros se durmieron en una preciosa playa añorando la comodidad de Lisboa y deseando que su suerte cambiara con el ocaso.


To be continued...

viernes, 11 de septiembre de 2009

11 de Septiembre (Figueira da Foz)

Bueno, hoy actualización rapidita.

Pues después de Viana do Castelo avanzamos hasta Mindelo, localidad cercana a Porto, y, para variar, hicimos vivac en una de sus playas. Nos despertamos pronto y fuimos recorriendo las innumerables calitas de arena entre las rocas (como la playa do Paraiso y otras muchas de nombre seductor). Por fín tras pasar el engorroso puerto de Matosinhos llegamos a Porto que pronto nos sorprendió con su estupendo paseo junto al río Douro. Muy bonito el casco histórico, aunque los portugueses tienen la manía de hacer todas las calles de adoquín, lo cual para nosotros los ciclistas no mola mucho, sobretodo si está en mal estado. Ya tras cruzar a la otra orilla tomamos varias fotos desde Vila Nova de Gaia y continuamos por sus estupendos carriles bicis a la orilla del mar.

Nos sorprendió una ciudad llamada Espinho por su contraste entre el turismo y su barrio marginal (es pa verlo, no veas que miedo...). Al final dormimos en la playa de Furadouro pasar por la localidad de Ovar donde compramos un Bacalao a Bras que estaba para chuparse los dedos.

Ayer continuamos costeando y bordeando la ría de Aveiro y, en San Jacinto, cogimos un barquito (que no perdimos de milagro) hasta cruzar a Barra y ya de allí dirigirnos hacia la propia Aveiro. Nos encontramos con una ciudad al más puro estilo veneciano (canales y barquitas surcándolos) y con un casco antiguo precioso pero muy pequenhito. Tras comprobar que el McDonalds era mucho más barato en Portugal dando cuenta de un par de McMenús fuimos en busca de la universidad para ver si podíamos conectarnos a internet, no fue posible, pero de pronto, vimos un cartel del Decathlon, algo que llevábamos esperando muchos kilómetros. Tras 15 km de dar vueltas (llegamos a ver incluso el bonito estadio de futbol de Taboeira, hecho para la Eurocopa) entontramos el maldito Decathlón y desfasamos.

Resultado, alforjas nuevas para mi, cuernos para la bici de Luis, varias herramientas, calcetines nuevos para ambos, y un sin fín de cosas más. Más importante fue reponer los 2 radios rotos de mi rueda trasera y cambiar el cable y las zapatas de mi freno trasero. Además los ambilísimos mecánicos del centro me equilibraron la rueda y me ayudaron en todo lo que pudieron y más. Por supuesto, no me cobraron nada salvo el material, muy buena gente, además uno hablaba castellano.

Total que no conformes con esto nos fuimos directos al Jet Wash y le dimos pal pelo a las bicicletas hasta que quedaron como nuevas. Luego a engrasarlas y ya listas para rodar de nuevo. No veas que diferencia!

Pasamos por un pueblo que le encantaría a más de uno que yo me se (aunque no voy a dar nombres para que no se me ofendan) el pueblo de Vagos. Así que los que se hayan sentido identificados ya saben que pueden rezarle a Nuestra Senhora de los Vagos porque también existe. Bueno, pues como ya era tarde y la lluvia amenazaba con empaparnos fuimos a dormir en un bosque en medio de la nada cerca de esta localidad. Fue una excelente lección.

Esta manhana tras dar buena cuenta del desayuno nos hemos hecho 25 kilómetros hasta Mira y luego otros 31 hasta Figueira de Foz (donde estamos) en busca de oficinas de turismo en las que nos faciliten un mapa. Tarea imposible, son incapaces de darnos mapas de más allá de los límites de la ciudad así que tendremos que improvisar.

Seguimos calculando que entorno al día 20 estaremos de nuevo en Espanha. Sigo pensando que Portugal mola, aunque es un poco como la Espanha de hace 20 anhos.

martes, 8 de septiembre de 2009

Martes 8 de Septiembre (Portugal)

Hola Hola a tod@s!!
Bueno, bueno hace ya un montóm que escribí por última ~vez. Creo que fue en Gijón... Muy bonita por cierto pero con mucho viento. Fue por este motivo que decidimos no quedarnos a dormir allí y tiramos dirección Cabo de Penhas y pasando por preciosos pueblos como Luanco. El cabo en si resulto ser una pasada y además conocimos a dos estupendas cicloturistas andaluzas (que pena que ya se volvían para casa!). Hicimos noche en la estupenda playa de Verdicio mientras escuchábamos como de nuevo el Madrid acababa ganando, por los pelos, pero ganando. Al día siguiente nos dirigimos hacía Avilés y nos comimos un menú brutal en un pueblo cerca del aeropuerto mientras veíamos una carrera de Fernando Alonso en su propia tierra. Después vedría la zona de Cudillero y un sin fin de subidas y bajadas para acabar en la preciosa playa de Cueva, otra vez flanqueada por un estupendo río que nos vino de perlas por diversas razones, algunas de las cuales es mejor no mencionar. Cabe destacar los tremendos bollos prenhaus que nos zampamos para cenar, que contaros, una delicia esos chorizos...
Si no me falla la memoria ya desde dicha playa tiramos dirección Castropol para cruzar la ría del Eo y entrar en Galicia de una vez. El mapa indicaba un puente para no rodear la ría pero también que pertenecía a la a~utovía así que no tuvimos más remedio que obviarlo (luego nos enteramos que había un paso para peatones). Así que tras llegar a Castropol cambiamos de medio de transporte y cruzamos la ría con un estupendo paseo en barco. Ribadeo y toda Galicia se habrían ante nosotros. Decidimos, como siempre, ir costeando y así descubrimos las hermosísimas playas como As Catedrais. Al llegar a Barreiros decidimos parar a dormir y en un playa de la localidad pusimos punto y final al día escuchando el Barcelona - Sporting de Gijón.
Al día siguiente amãnecimos destrozados porque una legión de mosquitos se dedicó a machacarnos durante toda la noche. Yo, por ejemplo, tenía un ojo totalmente hinchado porque me habían picado hasta en el párpado. Así que decidimos hacer pocos kilómetros y dormir en una de las estupendas Casas del Mar. Pasamos la ría de Foz y tras unos kilómetros llegamos al pueblo de Burela, que me sorprendió gratmente con sus estupendos paseos marítimos y sus bonitas playas. Desde allí llamamos a Viveiro o Celeira para reservar nuestra habitación, no hubo problemas. Cerca de Burela devoramos un estupendo bocata de ternera,tomate y queso
(fabricación propia) y proseguimos la marcha hasta Celeiro donde después de asearnos y acomodarnos nos fuimos a degustar un pulpito a la gallega con sus respectivas Estrella Galicia. Todo fue estupendo, incluso el programa de espanholes por el mundo o el de superdotados que vimos después, hasta que llegó la hora de dormir y empezó mi calvario particular. Vomiterá y diarrea continua durante toda la noche.
A pesar de como me levanté nos hicimos el ánimo desayunamos algo y partimos en busca de la Punta de Estaca de Bares, el punto geográfico más al Norte de Espanha. A duras penas conseguí llegar pero lo peor fue después, camino de Ortigueira (si, el pueblo de la droja en el colacao y del alcalde amigo de Pocholo) me quedé totalmente vacío y sin fuerzas. Por si fuera poco, el viento en contra ahondaba en la herida. Ya en Ortigueria (a la cual no se como llegué y tras solo 50 Km) compramos pasta fresca para comer y Aquarius, para nada, volví a vomitarlo todo. No quedó más remedio que ir al centro de Salud. Allí me pincharon nosequé, me obligaron a quedarme en el pueblo hasta el día siguiente, y a hacer dieta blanda. Total que, surrealistamente, acampamos en medio del pueblo a las 6 de la tarde. Pasó la tarde y la noche. Después por la manhana se acercó a curiosear algun coche de la guardia civil pero no nos dijeron absolutamente nada.
Bueno, para curar mis males que mejor que 100 Km hasta A Corunha. Pues eso hicimos, como desayuné ya bien y me estuve hidratando exajeradamente conseguí hacerlo sin relativos problemas (aunque tampoc fue de los días que más disfruté...). En A Corunha otra Casa del Mar nos esperaba, ya cenamos bien, dormimos mejor y desayunamos la hostia. El resultado fue que tras la obligada visita turística a la bonita ciudad Gallega, y gracias al viento a favor que nos hechó un cable, rodamos durante 134 Km para llegar al fin del mundo. Si senhor, el precioso cabo de Finisterre nos dejó maravillados, y la puesta de sol espectacular. Luego vino la acampada en la playa de Mar de Fora, la fabada y la agradable velada nocturna en companhía de los 4 alemanes, Rui, el Uruguayo, el francés y el filósofo-fotógrafo inglés.
Finisterre - Santiago fue el recorrido elegido para el siguiente día. Espectacular subida desde Cee hasta casi la luna, y luego terreno rompepiernas hasta Santiago. A la que llegaba por segunda vez en el mismo verano. A destacar del día las fiestas medievales de Negreira. Después de una breve visita al centro histórico nos instalamos en el albergue Seminario Menor con sus estupendas vistas y salimos a cenar en el Burguer King (antojo) mientras veiamos como Espanha apalizaba a Bélgica.
De Santiago a Pontevedra casi ni nos enteramos, ni siquiera paramos a comer (además estaba todo cerrado y nos habíamos desayunado una pedazo tarta de Santiago entre los 2) hasta que por fin descubrimos una higuera con higos maduros y nos pusimos las botas. Después de la sobredosis de glucosa tampoco nos costó mucho llegar y a Vigo aunque tuvimos que solventar el problemilla de mi tercer pinchazo en lo que va de viaje. Esta vez la casa del mar estaba llena y tuvimos que dormir en la playa. No problem, las playas ya son nuestra casa, en ellas tenemos todo lo que necesitamos. Nos dormimos escuchando una estupenda entrevista a nuestro nuevo ídolo, Jesús Calleja, y planeando nuevos proyectos.
La salida de Vigo es infernal, para no coger la autovía nos vimos obligados a subir por unas rampas que no se las recomiendo ni a mi peor enemigo, después Mos, O Porrinho, Tui y por fin, Portugal, banhito en el Minho, pasamos Valença, Vila Nova de Cerveira (donde comemos) y Caminha. Cerca de aquí, en Moledo, buscamos una playa y hacemos noche.
Ahora nos encontramos cerca de aquí, en Viana do Castelo, la idea llegar hoy cerca de Porto para visitarla manhana.
Portugal es muy bonito, barato y tranquilo. Besos y abrazos para todos. Hoy no hay fotos.

sábado, 29 de agosto de 2009

Más fotos






















Sábado 29 de Agosto

Hola a tod@s!!
Bueno, desde nuestra estancia en Castro Urdiales la verdad es que hemos vagueado bastante. Efectivamente comimos como cerdos con Rafael (el padre de Luis) y con los estómagos llenos decidimos hacer algún que otro kilómetro por la tarde. Pasamos por Santoña y decidimos hacer noche en Noja, en la playa del Trengandin (o algo así), a pesar de los millones de carteles que amenazaban con multarnos si montábamos la tienda. Puesto que se pasó la noche diluviando no vino nadie a "visitarnos". Por la mañana el agua solo nos dio tregua lo suficiente para desmontar el campamento, que no es poco. Total que nos estuvo diluviando los 50 kilómetros que nos separaban de Santander. Una vez allí, aunque era pronto (las 13:00), decimos quedarnos en la hospedería de la Casa del Mar. Decisión acertada, por 8 euritos teníamos una casi habitación de hotel, solo faltaba la tele, aunque había una comunitaria.
Después de asearnos y tender toda la ropa (y la tienda de campaña) por el cuarto. Salimos a saciar nuestro apetito. Maravillosos los Durum que devoramos. Luego paseito por toda la costa hasta los jardines del palacio de la Magdalena (con sus pingüinos, focas y leones marinos). Todo muy bonito la verdad, menuda choza tenía antaño el rey! Más paseo por el sardinero y a ver el estadio del Racing. Para nuestra sorpresa nos encontramos con una feria cultural y, claro, allí que nos quedamos. Estuvimos viendo las "actuaciones" musicales mientras nos bebíamos nuestros batidos de regaliz y la bebida de los dioses (sacados del están de Egipto) y devorábamos con la mirada a una diosa brasileña que nos robó el corazón. Entre pitos y flautas y más turismo por Santander volvimos a las 22:30 a la habitación y no nos dio tiempo ni de ver al Atleti. Pero valió la pena, Santander es preciosa.
Después de Santander la verdad es que ahora mismo no recuerdo que hicimos ni donde estuvimos, solo que acabamos llegando a Asturias y dando un rodeo tremendo hasta llegar a la hermosísima playa de La Franca, todo un deleite para la vista y, donde, por supuesto, dormimos. Ah, si, ya lo recuerdo... se que estuvimos por ejemplo en Comillas viendo el capricho de Gaudí y los pedazo de palacios que tenía por allí el señor Marqués. Total que tras 103 kilómetros caímos rendidos enseguida.
Al día siguiente ya nos costó abandonar la preciosa playa, y pronto nos dimos cuenta de que las piernas no andaban. Hicimos la primera parada en Llanes, hermoso pueblo donde nos comimos unos dulces típicos impresionantes. Salimos corriendo de allí porque nos lo queríamos comer todo. Luego paramos a descansar en la playa de Barru, y cuando empezó de nuevo a llover volvimos a coger las bicis para llegar hasta Ribadesella. Allí mismo en la escondida playa de La Atalaya montamos campamento y decidimos hacer el descenso del Sella.
Así fue que al día siguiente la empresa Montañas del Norte nos subió hasta Arriondas en furgoneta y ala, a remar. Pues eso, experiencia estupenda y a todas luces recomendable a pesar de que no paró de llover en ningún momento. Pero mejor que llueva en el río que pedalenado, eso ya os lo digo yo.
Justo fue a salir el sol cunado volvimos a Ribadesella, nos duchamos y empezamos de nuevo a rodar. Todo había salido a pedir de boca. Tan solo 25 km después paramos en Colunga (más bien en La Isla) en el albergue de Angelita que parecía la madre de todos los peregrinos, aunque a veces daba miedo cuando se ponía a dar órdenes. Una buena merienda cena y a ver el Barça. Tres botellas de sidra y un cubata tuvieron la culpa de que esta noche no haya descansado demasiado bien, pero, y lo bien que lo pasamos anoche...
Hoy ya de buena mañana hemos hecho 50 kilometrillos hasta Gijón, y aquí estamos ahora. ¿Qué dónde haremos noche? Ni idea.
Saludos y abrazos para todos. Asturias mola mucho y se come de escándalo. Pero todo el Norte de España es una pasada.