jueves, 30 de julio de 2009

Nervios y Preparativos.

Los que me conocen saben que rara vez me pongo nervioso, que son pocas las ocasiones en las que ese síndrome, por llamarlo de algún modo, se apodera de mi (jugando al Pro, con según que mujeres y poco más). Pero ya llevo un rato con el pulso acelerado, aunque no se muy bien si este sentimiento de histeria corresponde a un estado de susto, horror, pavor, etc o emoción. Aunque probablemente se trate de una mezcla de ambas. Y es que parece mentira, después de tanto tiempo, tantas ilusiones, tantos esquemas mentales todo haya por fin salido adelante y pueda empezar este sueño, porque no es un viaje, es un sueño.


Aquí os dejo una foto del equipaje:






P.D: Totalmente confirmado, es MIEDO, estoy CAGADO, pero supongo que es normal, es parte de la aventura...

miércoles, 29 de julio de 2009

Camino de Santiago/Vuelta a Casa

Días 28 y 29/06/09 SANTIAGO DE COMPOSTELA y REGRESO.

El día 28 lo pasamos de nuevo haciendo turismo por el centro histórico, recogiendo nuestra Compostelana, buscando un regalito para Pilar (la hermana de Martín) e informándonos a cerca de las diferentes posibilidades que teníamos para enviar las bicis de vuelta a casa. Día tranquilito, por fin sin bicicletas para que nuestros traseros descansen. A reseñar el pedazo de Kebab (que, en verdad, fue un durum) que nos comimos para cenar y la película que vimos por la noche antes de irnos a la cama: Los hombres que no amaban a las mujeres.


El día 29 nos levantamos, desayunamos, duchita y recogida. Cargamos las bicis y a la empresa de paquetería dejarlas, que, por suerte, estaba al lado de la estación de tren. Aun tuvimos que esperar un par de horas en la estación para salir hacia Madrid. Ya en la capital nos recogieron los padres de Nuria y estupenda cena en el Vip’s (estaba deseando probar su famosísimo brownie). Luego primera despedida y más viaje, en bus hasta Alicante. A la llegada he jurado por enésima vez no volver a viajar en autobús. Ya veremos cuanto me dura.

Camino de Santiago Día 10

Día 27/06/09 ARZÚA – SANTIAGO DE COMPOSTELA (45 Km.)

Amanecemos ansiosos por la proximidad a nuestra meta. Hoy nos permitimos el lujo de desayunarnos unas buenas tostadas con su correspondiente colacao en un barecito. Acto seguido iniciamos marcha. Primero 8 Km. de bajadita suave hasta Ferreiros. A partir de aquí más terreno rompepiernas típico gallego pero casi siempre para arriba. A mi no me importa hoy tengo la moral por las nubes y no estoy dispuesto a dejarme achantar por ninguna rampita. En esta zona ya bastante urbanizada los pueblos se suceden, Salceda, Brea, Santa Irene, Rúa y O Pino. A partir de aquí otra huestecita, quedamos los tres arriba para tomarnos el almuerzo. Aunque el terreno agarra bastante lo subo sin mucho esfuerzo, solo quiero llegar a Santiago.

Una vez reunidos todos otra vez almorzamos unos deliciosos gofres y un aquarius para reestablecer fuerzas. Ya solo nos queda el último escollo representado por el Monte do Gozo. Ya hemos pasado Lavacolla y entonces nos encontramos de frente con una rampa que más bien parece un muro. Una vez más y espoleado por la presencia de más ciclistas aprietos los dientes e intento superar la rampa tirando de riñones con mi mortecino ritmo. Con el pulso a mil por hora consigo hacer cumbre y allí espero mientras converso con un simpático japonés que se empeña en hacerme una foto con las vacas.

Después de pocos kilómetros de falso llano (siempre picando hacia arriba) salteados por algunas cortitas pero intensas rampas llego al enorme cartel que anuncia el Monte do Gozo. Espero allí, quiero que a partir de aquí sigamos los tres juntos para divisar Santiago a la vez.

Aunque parezca una tontería estoy algo nervioso. Vamos rodando por la calzada adoquinada hasta llegar a la capilla y al enorme monumento al peregrino. Y si, en efecto, desde allí, se puede apreciar una estupenda vista de Santiago de Compostela y todos sus alrededores. El único pero es la cantidad de gente que hay.

Espantados por una enfervorecida masa de escolares en celo chillando como locos realizamos el descenso del monte entrando ya de lleno a Santiago por el barrio de San Lázaro, seguimos todo recto buscando el albergue del Acuario que es el que nos han recomendado. Por desgracia está completo pero la hospitalera nos recomienda el albergue municipal de San Lázaro. No lo dudamos ni un instante y vamos a buscarlo. El Albergue nos parece estupendo, muy bien equipado y bastante vacío. Esto último probablemente se deba a lo mal indicado que está.

Una vez instalados nos vamos tranquilamente hacia el centro y nos encontramos con las fiestas de San Pedro, buen recibimiento nos brinda Santiago. Mucho colorido, mucho ambiente y parece que muy buen rollo también. Decidimos parar a comer en una pizzería (bastante buenas las pizzas) y ya nos encaminamos a la catedral. Estamos cerca de uno de los arcos laterales que dan a la plaza del Obradoiro. De fondo se escucha una preciosa música celta ofrecida por un oportuno gaitero. El corazón me da un vuelco, estoy realmente nervioso, nunca pensé que me emocionaría tanto al acabar la peregrinación. Cruzamos por delante del gaitero y, por fin, majestuosa, hace su aparición la enorme plaza del Obradoiro y la inmensa catedral de Santiago apóstol.

Unas fotos de recuerdo, no tumbamos en la plaza. Llamo a casa para contarles como me siento y, tras un largo paseo por la plaza, decidimos entrar al interior. Le debo una al padre Cristian. A la vuelta puedimos asistir a una divertida obra de teatro callejero que completo un maravillosa jornada.

Después de la visita turística regresamos al albergue, cenita a base de carne y patatas fritas y después un peli. Nos pusimos a ver Monstruos S.A. pero pronto tuvimos que abandonar la empresa debido al cansancio, tocaba dormir.





martes, 28 de julio de 2009

Camino de Santiago Día 9

Día 26/06/09 TRIACASTELA - ARZÚA (105 Km.)

Salimos de Triacastela en busca de Sarria para buscar un nuevo autobús. Optamos por la ruta de Samos para ver el famoso monasterio. Carretera sube y baja que a primera hora de la mañana se hace bastante cómoda. Llego a Samos casi sin enterarme y tomo algunas fotos mientras me culturizo leyendo los carteles turístico-explicativos. Al contrario que la parte anterior, el tramo hasta Sarria es más duro puesto que pica mayormente hacia arriba, además el cansancio de los días ya va haciendo mella y mis piernas están muy pesadas.

Cruzamos el pueblo hasta la estación de autobuses y buscamos uno para Melide, el destino previsto para hoy. Los dejo en la estación y marcho de Sarria que, dicho sea de paso, no me pareció gran cosa. Desde la salida me encuentro todo el terreno cuesta arriba y aunque voy reventadito me animo a seguir pues aun me quedan muchísimos kilómetros para llegar a destino. Paso Viles, paso Barbadelo y cuando llego a Peruscallo estoy tan cansado que cuando veo un BBVA inmediatamente lo utilizo como excusa para pararme a sacar dinero y tomarme unas gominotas o cualquier otra cosa que me de energías.

Ya toca seguir y, gracias a Dios, apenas me queda subida, todo lo contrario. De repente se descubre ante mí una magnífica bajada hacia Portomarín y su embalse de Belesar. Las vistas son maravillosas pero disfruto tanto bajando que no me paro a hacer fotos. Las águilas me rodean, incluso veo dos persiguiéndose casi a ras de suelo delante de mi bici. Maravillado por el espectacular paisaje continúo bajando y pronto llego al nivel del lago, sigo el camino y me encuentro de frente con el puente que cruza el embalse hasta Portomarín. Si señor, este pueblo si que me parece bonito, de momento se ha convertido en mi preferido de los que he atravesado en Galicia.

No dudo ni un instante en pararme a disfrutar de este maravilloso pueblo unos minutos. Una adorable pareja de abuelitos holandeses se suma a mi ruta turística. Ya es hora de continuar. Ya decía yo que tanta bajada era sospechosa. Menuda cuesta arriba me toca sufrir ahora, además hoy parece que ha venido a visitarme el hombre del mazo y estoy con la pájara encima pero no me puedo parar y ver como me pasan alegremente los abuelitos… Este terreno rompepiernas me está matando.

Ya en Gonzar decido detenerme en un porche ante la insistente lluvia. Devoro una nectarina mientras observo como el agua cae violentamente sobre el asfalto y los pobres peregrinos a pie. La verdad es que desde que hemos entrado en Galicia prácticamente no ha dejado de llover. Recibo una llamada de Martín, resulta que en Melide hasta las 19:00 no podemos hospedarnos y a esa hora quién sabe si quedarán plazas. Total, que han decidido hacer 14 kilómetros más hasta Arzúa. Para ellos no supone mucho pero a mi solo con pensarlo me tiemblan las piernas. Visto lo visto decido arrancar de nuevo a pesar de la lluvia. Paso Hospital y Ventas de Narón pero parece que nunca va a llegar el final de la subida. Ligera bajada pero tras Ligonde vuelve a inclinarse hacia arriba la carretera. Estoy desesperado, ¡y lo que me queda aun!

Decido olvidarme de todo, apretar los dientes y dar pedales al máximo para llegar cuanto antes que es lo único en lo que pienso. Por suerte, tras el alto de Rosario aparece la bajada. Atravieso a toda marcha Palas de Rei y antes de Casanova otro repechito. La técnica empleada es dar pedales al máximo en los descensos para así aprovechar la inercia en los repechos que son los que matan. Más de ese continúo tobogán de subidas y bajadas rompepiernas. Pero a la cabeza solo me viene Alberto Contador e intento dar pedales con la fluidez que lo hace él. A la altura de Melide paro otro poquito a informar a la parejita de mi paradero y a inyectarme un poco de glucosa en vena.

Vuelvo de nuevo al ajo, después de Melide hay descenso ¡Bien! Pedales, dientes apretados, más pedales, paso un pueblo, repechón, y otro pueblo. ¿Cómo?, no me lo puedo creer, leo el cartel de entrada y pone ARZÚA. Y solo son las 16:00. No paro hasta llegar al albergue, saludo a Martín y Nuria que me esperan con la comida recién hecha, me alojo, comemos, me ducho y caigo derrotado en la cama. Hoy toca siesta.

Ya recuperados salimos los tres a buscar una pulpería, para darnos un homenaje. Encontramos un lugar fantástico y acogedor. Por supuesto, nos comimos un buen pulpito a la gallega con sus cachelos correspondientes. Esta vez me toca a mi invitar, y muy a gusto que lo hice. Luego a descansar para afrontar el último día hasta Santiago puesto que ya solo nos separan 45 kilómetros de la plaza del Obradoiro.

lunes, 27 de julio de 2009

Camino de Santiago Día 8

Día 25/06/09 VILLAFRANCA DEL BIERZO - TRIACASTELA (57 Km.)

Hoy tenemos por delante un puerto duro y no sabemos muy bien donde se acabará la etapa. Parece que hemos sido algo más rápidos que de costumbre y salimos antes que nunca. Los primeros kilómetros se me hacen muy fáciles, desando llegar cuanto antes a las faldas del puerto. Poco después de Trabadelo me detengo para ayudar a un ciclista extranjero que me pide el bombín, acto seguido arregla su bici, me devuelve el hinchador y no se digna ni a darme las gracias, que menos, ¿no?

En Ambasmestas, tras 17,5 Km. de la salida me paro a esperar a la grupeta que se hace esperar casi 40 minutos. Por consenso, decidimos ir por la comarcal y quedamos en reencontrarnos en O Cebreiro. Comienza la subida real (aunque ya lleva rato picando hacia arriba), paso Vega de Valcarce y me dirijo ya hacia Ruitellán, de momento me siento bien, parece que la pendiente no es muy elevada. Continúo curva tras curva subiendo por un precioso valle que luce verde por los cuatro costados. Sigo ascendiendo por el trazado de la desierta calzada atravesando los pueblos de Las Herrerías y Las Lamas. Poco a poco me voy fatigando, ya son muchos kilómetros cuesta arriba. Empiezo a pasar calor, pero como pare a quitarme algo de ropa no voy a ser capaz de continuar. El cielo está nublado pero yo no paro de sudar como un perro. Para colmo cada vez el desnivel es mayor, y, por si fuera poco, el ver los puentes de la Nacional (que va al mismo sitio que yo) como ciento y pico metros por encima de mi cabeza me hace temblar las piernas ya que tendré que salvar la misma altura en menos espacio.

Giro una curva y me encuentro un repechón de muerte, se me está haciendo interminable y aun no he llegado ni a Piedrafita. Por fin observo el pueblo de El Castro, menos mal porque ya estoy moribundo. Al llegar a la altura del municipio ya intuyo Piedrahita, creo que pararé a esperar allí, O Cebreiro ha podido conmigo. Tras una curva me sorprende el cartel de Galicia (Uy, pero que cerquita estoy ya de Santiago) y decido adelantar mi parada por un motivo justificado. Foto junto al cartel y a sufrir un poco más. A pesar de mi breve parada llego tremendamente cansado y empapado por el sudor a Piedrafita, me detengo en su mirador para tomar unas instantáneas. Me cambio de ropa, tiendo la sudada, me como unas nectarinas y una barrita. Hago más fotos, escucho música, leo unos pasajes del libro que me acompaña y desesperado llamo a Martín para ver por donde van. Me dice que les queda poco, menos mal porque ha empezado a llover y yo me estoy congelando.

Llegan. Martín dice que aun queda mucha subida, yo le digo que no puede ser, que como no subamos a donde las antenas… Después de compartir unos minutos reemprendemos la marcha. Joder, sigue la cuesta, y tengo las piernas sin fuerza, se me han quedado frías con el parón y encima empieza a llover fuerte. Paro brevemente en un mirador a tomar fotos. Otra curva y sigo subiendo, no puede ser, no veo el pueblo, esto debe de ser una pesadilla. Intento llegar a una bajada que he visto a lo lejos, consigo llegar pero es breve, de momento seguimos subiendo. A la lluvia se le ha sumado la niebla, hace un frío de cojones. Maldita sea, Martín tenía razón, debemos estar ya más arriba que las dichosas antenas. Por fin, entre la niebla hace su aparición el pueblo de O Cebreiro. Breve visita y me largo que hace mucho frío. ¡Qué alegría! Por fin bajada.

Mi gozo en un pozo, después de unos 500 metros vuelve a picar para arriba. ¡Será un momento! – pienso. Pues no, es otra subida como Dios manda lo único que me hace no bajarme de la bicicleta es el amor propio, ya que 30 metros delante una guiri sube con aparente tranquilidad. La adelanto, soy todo un macho alfa. De repente cojo entre la niebla a otro ciclista y ante mí aparece una majestuosa estatua y un cartel que dice: Alto de San Roque, ya decía yo… La niebla en el alto es ya espesísima, o he tenido muy mala suerte con el día o no se quién puede vivir aquí. El otro ciclista me asegura que ya todo es bajada, pero ya no se si fiarme. En efecto, tras una corta bajada vuelve a aparecer otra cuesta arriba, me armo de paciencia y sigo con la marcheta hacia arriba. Rebaso el Hospital de la Condesa y continúo ascendiendo. Vuelvo a divisar el cartel de un alto, esta vez es el Del Poio. Ahora si que sí, ya tiene que venir la bajada. Guau, que alivio. A pesar de que estoy empapado, de que la lluvia arrecia con fuerza y que el viento también me castiga disfruto del descenso como un cochino. Al principio con algo de precaución por el asfalto mojado, pero enseguida me olvido y hago un descenso algo temerario. Aunque estaba deseando llegar a Triacastela, la bajada se me hace corta, ¡podía haber seguido bajando 2 horas más!

Parece que ha salido el Sol, me hago un rinconcito en un parque, tiendo mi ropa en los columpios y me agencio un banco para preparar la comida. Cous-cous y Sopa primavera es el menú. Decido empezar a comer ya que no se cuando hará su aparición esta gente. Les dejo las ollas mi tapaditas para que no pierdan el calor y me pongo a leer mientras me tumbo al sol a ver si cojo algo de temperatura.

Ya ha comido toda la familia, pero aun teniendo el estomago lleno deciden que no continúan, que nos quedamos a hacer noche en Triacastela. No opongo mucha resistencia y me parece bien porque hoy estoy muy cansado y con mucho frío en el cuerpo. El albergue está muy bien, además hay poca gente y tenemos Internet gratuito ¡qué lujo! Cenamos un poco de pasta y unas jugosas chuletas que hemos comprado en el pueblo. Ha valido la pena el descanso.

Camino de Santiago Día 7

Día 24/06/09 RABANAL DO CAMINO – VILLAFRANCA DEL BIERZO (55 Km.) [A estas alturas una risa]

La mañana amanece muy fría, y nos espera el famoso Alto de la Cruz de Ferro. Desayunamos unos panes de leche con un zumito de piña. A pesar de que lo intento evitar por todos los medios nos tocar salir junto a los militronchos fanfarrones de Fuenlabrada. Salgo un poco después para no tener que coincidir con esta gente pero la pendiente se nota ya desde el principio y paso pronto a Nuria y a Martín. No tardo en alcanzar a los militares y los paso con mi ritmo pausado pero constante. Parece que el cabecilla se pica y se viene conmigo, charlamos un rato y luego pega un arreón. No pienso picarme no sea que después lo acabe pagando.

Ya llevamos un par de Km. de subida y parece que las piernas me están respondiendo bien, me dejo un punto de vida en el cambio (un último piñón) por si las moscas y sigo con la marcheta en busca del pueblo de Foncebadón. Las curvas y las rectas se suceden. Agradezco sobremanera los tramos recién asfaltados. ¡Uff! ¡Qué duro! ¡Pero que bonito! A pesar del enorme esfuerzo que me está suponiendo lo estoy pasando en grande. Me pongo cabezón en los momentos de flaqueza para no echar el pie a tierra.

Llevo ya 4 kilómetros recorridos y no rastro de Foncebadón que se suponía que estaba a unos 5,5 de Rabanal y otros 2 y pico de la cima. Tal vez será por la niebla que me envuelve… Empiezo a pasarlo bastante mal y lo único que me anima es ver el sendero de tierra (o más bien barro) por el que suben los caminantes ¡Eso si que son rampas! Por fin diviso el maldito pueblo pero la alegría del momento se disipa al instante tras comprobar la brutal rampa que se presenta a 100 metros de mis ojos por la que ya empieza a subir el militar. ¡Y lo peor es que no se ve el final de la rampa! Antes de entrar en esta agoto mi último punto de vida e intento estirar los riñones. Giro a la derecha y me encuentro una enorme y empinada recta que se me antoja insalvable. Fijo mi respiración y solo me concentro en dar pedales, parece que de momento subo bien. Creo que ya llego a una curva con descansillo pero la niebla me impide ver un poco más allá.

El supuesto descansillo son 10 míseros metros de falso llano y después otra recta bastante más empinada que la anterior. ¡Joder! ¡Ahora si que tendré que bajarme! Resoplo con fuerza y tiro para delante. Primero por el arcén derecho, luego al izquierdo, no se ni por donde ir y parece que no avanzo. Pienso en levantarme pero creo que eso acabaría de matarme. Así que tiro de riñonada y empiezo a hacer eses utilizando todo el ancho de la calzada (¡menos mal que no circulan coches!). El pulso se me ha disparado definitivamente. Me viene a la cabeza una imagen de Jan Ulrich sufriendo como un perro en el Tour. Observo una curva no muy lejana y parece que allí baja un poco el desnivel pero no se si llegaré hasta allí. ¡Vamos! ¡Solo un poquito más! Ya estoy en la curva, aun sigue picando hacia arriba pero después del tramo anterior esto me parece casi en bajada. La cumbre no puede estar lejos. Por fin veo un tramo de bajada real. 100 metros, una rampita y, ¡ahí está!, la Cruz de Ferro. ¡He llegado! y aunque lo he pasado mal, en general no ha sido para tanto.


Miles de fotos. Dejo mi piedra. Charlo con unos picoletos. Como algo. Doy vueltas por el refugio nervioso como un niño. Escribo un rato. Y cientos de cosas más pero está gente no aparece por ningún lado.

Hora y pico después hacen su aparición. Ellos también están exhaustos, pero de arrastrar las bicis y sus respectivas alforjas. Más fotos, más descanso y continuamos la marcha pero aun nos esperan un par de sorpresas en forma de repechotes antes de llegar a la cota máxima. Pero después de lo anterior este sube y baja me parece un caramelito. Antes de iniciar el descenso vuelvo a esperarlos y de paso tomo algunas instantáneas. Estamos a más de 1500 metros de altura.

Comienza el descenso. Una auténtica pasada, sencillamente genial, esa es la única forma de definirlo. Comienza con largas rectas y curvas amplias hasta El Acebo. A pesar de que no quiero correr me planto fácil en los 70 Km. /h y hasta rozo los 80 Km. /h. En el precioso pueblo de El Acebo toca reducir marcha puesto que la gente de paseo y el empedrado del suelo lo hacen necesario, desde luego no está de más admirar la belleza de este pueblo. Después viene otro tramo de largas rectas pero con curvas cerradas que lo hacen si cabe más espectacular. Continúo bajando con una sonrisa de oreja a oreja en la cara e incluso me sorprendo adelantando a los coches. Desde luego mereció la pena realizar el ascenso. No puedo más que detenerme a la entrada del pueblo de Molinaseca que me ha embelesado. Tras 3 o 4 fotos no tardan en llegar Martín y Nuria también fascinados por el descenso.

Antes de Campo nos toca un último repecho y ya descenso hasta Ponferrada. Justo en el cartel de entrada al municipio no sobreviene el primer pinchazo, y le ha tocado a Nuria.
Total que me toca darles una clase práctica de cómo sustituir la rueda de atrás y luego directos a Mercadota a comprarnos algo de almuerzo y comida que devorar en el parque.

Visitamos el precioso casco histórico de Ponferrada para después dirigirnos a la estación de autobuses a buscar uno para Nuria. A las 13:30 sale el autocar hacia Villafranca del Bierzo, 20 Km. nos separan a Martín y a mí de esa localidad. Los primeros 15 los hacemos volando, casi parece que llegaremos antes que el autobús. Pero en los últimos 5 hace su aparición el viento que sumado a la ligera pendiente hacia arriba los hacen bastante duros y nos parecen 20. Por fin llegamos al pueblo y, para variar, el albergue está en lo más alto del pueblo. Nos registramos y a comer. El suculento menú elegido para hoy es arroz tres delicias y tortilla de patatas.

Por la tarde la rutina de siempre, una ducha, lavar ropa, paseo por el pueblo, compras, cena (esta vez en restaurante y por cortesía de Martín) y a dormir tempranito. Hoy me duermo escuchando como Estados Unidos le mete el segundo gol a España.

viernes, 24 de julio de 2009

Camino de Santiago Día 6

Día 23/06/09 LEÓN – RABANAL DO CAMINO (74 Km.)

Un día más partimos al alba los tres, dejamos a Nuria en la estación de autobuses de León y seguimos el cauce del río en busca del Camino. Después de un rato nos damos cuenta de que nos hemos perdido y nos toca dar marcha atrás unos 2 Km. Una vez encontrada la ruta, para empezar subida constante hasta el Santuario de la Virgen del Camino pasando por Trobajo. Carretera plana y sin complicaciones después atravesando las poblaciones de Valverde de la Virgen, San Miguel del Camino y Villadangos del Páramo donde hacemos un receso a las 9:30 para comer algo. Una simpática abuela nos ofrece tomillo y nos prohíbe continuar por la carretera nacional alegando la peligrosidad de esta, ahora, eso si, la atenta señora nos da todo tipo de indicaciones alternativas para llegar sanos y salvos a el siguiente pueblo. La verdad es que se agradece la amabilidad de la gente.

La cosa marcha rápido y continuamos pasando pueblos, San Martín del Camino y Hospital de Órbigo, lugar en el que pudimos apreciar la belleza de su puente romano bajo el que unos pescadores intentaban agarrar la cena. Más terreno plano hasta llegar a un repechón final que hace estragos entre nosotros. Desde lo alto ya apreciamos Astorga, donde ya nos espera Nuria. Descenso rápido y mini (pero durísima) rampa final para acceder a la plaza en la que habíamos quedado. A la entrada vemos un convento precioso y un sorprendente cartel de la Universidad de Elche. Por fin llegamos. Las torres más altas de la catedral y el majestuoso palacio episcopal diseñado por Gaudí flanquean la plaza. Una sonriente Nuria nos da la charla culturar a cerca del magnífico palacio (aunque bien mirado… ¡parece el castillo de Disneyland!) y decido entrar a visitarlo con ella, Martín desiste, el pobre está para el arrastre.

Tras el merecido descanso fuimos al centro de salud para que miraran a Martín que tenía 4 rodillas en vez de 2. Pero la estúpida de recepción no quiso atenderle porque era de Asisa y esos eran por la tarde. Así que nada, salimos de Astorga y antes de llegar a Murias, en una parada para mear, hemos conocido al capitán Tanaka, un simpático japonés que nos dio unas cerezas para recuperar fuerzas.

A un lentísimo ritmo conseguimos llegar a El Ganso y paramos a comer. Nos pegamos un homenaje a base de un pedazo de menú que constaba de pasta a cholón, huevos con chorizo y patatas fritas y postre. Todo ello por 7,50. Reposamos y a duras penas consigo arrastrar a la pareja 6 Km. más hasta Rabanal. Decidimos elegir el albergue del Pilar y acto seguido hace aparición una cuadrilla de fuenlabreños a cual más capullo y un colegio de Sevilla, total una fiesta… Mala elección de albergue, y para una chica guapa que hay, están todos los moscones acosando a la pobre guiri.

Mientras estos duermen me voy a recorrer el pueblo y me encuentro con una iglesia con cánticos gregorianos en directo, me siento en la puerta a escucharlos mientras degusto mi mágnum doble chocolate. La calma del pueblo solo la rompe un coche tunning con una curiosa frase: “la gente fina usa gasolina”. Despierto a los mozos, vamos a comprar algo y preparamos para cenar una ensalada combinada bautizada como ensalada peregrina. Ale, un pis y a la cama. Para colmo el cabecilla de los de Fuenlabrada se me ha instalado debajo…

Camino de Santiago Día 5

Día 22/06/09 CALZADILLA DE LA CUESTA - LEÓN (80 Km.)

A las 7 estamos los 3 ya en marcha, pronto nos juntamos con otra grupeta. Manel (catalán de 58 años), Carlos (de Viladecans) y Marcos (de Ferrol). Vamos tirando poco a poco todos mientras contamos anécdotas y chistes varios. Los pueblo pasan rápido (Lédigos, Terradillos, Moratinos…) aunque hoy las piernas parecen que no me responden tan bien Después de invitar a mis padres adoptivos a un buen bocadillo de tortilla y unos zumitos reemprendemos marcha. Pasamos como un tiro por Sahagún, Calzada del Coto, Bercianos del Real Camino, El Burgo Ranero, etc. Vamos a un ritmo muy elevado. Luego llegamos a Mansilla de las Mulas, Puente Villarente y Valedelafuente. Juan Carlos que iba solo en cabeza ha aflojado para charlar un rato con la grupeta, Marcos a cogido la delantera y yo ando detrás intentando darle caza. Aunque ando ya medio pajarraco consigo coger al gallego en la subida antes de León. Ya los 2 juntos atrapamos también a 3 chicos de Zaragoza que conocíamos de vista pues habían dormido también en Calzadilla. Increíble, a las 11 estábamos ya en León, ¡80 Km. en 4 horas y parando hasta 4 veces, 2 de ellas bastante largas!

Ya en León buscamos todos juntos (ya somos 9) una tienda de bicicletas puesto que el personal tiene varias averías que reparar. Allí entre pitos y flautas perdemos casi 2 horas. Luego directos a la oficina de Turismo, y las obligadas fotitos junto a la Catedral. Una grata sorpresa nos espera allí, nos reencontramos con Kaitz que ya ha comido y vuelve a la ruta con otro chico que también recuerdo haber visto anteriormente. Al final somos 13 para comer pues se juntan 2 vascos que conocíamos de Calzadilla y 2 andorranos que también hicieron noche allí.

Después de la pasta de rigor, un plato de cordero exquisito y unas gloriosas natillas toca el momento de la despedida. Todos deciden seguir el camino mientras que yo haré noche para esperar a Martín y Nuria que cogen un autobús en Sahagún si consiguen hacer 90 Km. antes de las 18. ¡Espero que sí! Total, que me despido con un poco de pena del pelotón y, sobretodo, de mis hermanos venezolanos que se han comportado como si fueran mi propia familia, quedamos en vernos en Santiago aunque los tres sabemos que será muy complicado.

Busco el albergue de las Benedictinas, mientras hago cola para inscribirme conozco a Agustín, un uruguayo que acaba de llegar para iniciar desde allí el Camino a pie. Además, casualidades de la vida, conozco del remo a su primo que vive en Galicia. Me instalo, me ducho y ala, a hacer turismo mientras espero a la troupe. Cuando ya vuelvo al albergue me cruzo con Agustín que me presenta al padre Cristian, un encantador chileno que ya había acabado el Camino y había regresado a León para disfrutarlo mejor. Compartí cervezas y una conversación muy interesante con ambos. Me despedí de ambos (prometiéndole al padre Cristian abrazar al apóstol de su parte) y partí en busca de Martín y Nuria que ya habían llegado. Nos fuimos pronto a dormir después de unas suculentas hamburguesas. Aunque aun me esperaba una última sorpresa, el apátrida (pero esa es una historia muy larga).


P.D: León me ha parecido una ciudad preciosa. La catedral es una pasada y… ¡las leonesas están pero que de muy buen ver!

jueves, 23 de julio de 2009

Camino de Santiago Día 4

Día 22/06/09 BURGOS – CALZADILLA DE LA CUESTA (107 Km.)

La pareja decidió que cogería un autobús hasta Castrojeriz, así que yo me levanto pronto, desayuno tranquilo y cuando me dispongo a salir me encuentro con Kaitz y los venezolanos. Me dicen que me anime a rodar con ellos, que tampoco van tan rápido. Decido seguirlos y ahí empieza la aventura. Tras unos primeros kilómetros de calentamiento, Juan Carlos, el mayor de los venezolanos, comienza a darle fuerte y yo, que soy un poco picado, me pego detrás. La verdad es que por estas pistas forestales con mis ruedas de 700 voy bastante bien siempre que no sean muy empinadas o mi pedregosas. Constantes ruiditos en mi cadena me hacen detenerme a revisar que pasa, Juan Carlos para conmigo y pronto llegan Kaitz y Domingo (el otro venezolano). Me recomiendan engrasar la cadena y continuamos marcha. ¡Espero que no me de más problemas!

Lo paso mal en algún repecho pero mantengo el tipo con Juan, ahora, en las trialeras no hay quien le siga, es un fuera de serie, el tío vuela. En Hornillos del Camino hacemos una paradita para almorzar, aunque aun es temprano (9:00). Domingo tarda mucho, algo le habrá pasado. Resulta que ha pinchado. Reparación, almuerzo y continuamos la travesía. Puff, dura subida por camino de tierra a Hontanas, pero, por suerte, hoy parece que las piernas me responden bastante bien. Juan Carlos tira para delante con su ritmo infernal y yo intento seguirlo, pero en la temeraria bajada a Hontanas lo pierdo de vista. Tras pasar el pueblo nos sorprende un descenso tipo MTB muy bonito y técnico. Tengo la impresión de que voy demasiado rápido y no estoy seguro de poder maniobrar con solvencia en caso de necesitarlo, pero la adrenalina me impide aminorar. ¡Estoy disfrutando tanto! Me harto de tocar el timbre para apartar a los peregrinos a pie, es que el sendero es tan estrecho…

La tête de la course nos espera en las ruinas del Convento de San Antón, yo consigo llegar en segundo lugar. Las ruinas son realmente espectaculares, que pasada de sitio, tiene un encanto especial, me pareció uno de esos lugares “mágicos” que desprenden una energía propia. Pronto llega el resto del pelotón y tras los sellos y las fotos de rigor partimos de ese rinconcito mágico. ¡En 2 horas llevamos más de 40 kilómetros y hemos parado hasta 2 veces largo rato! A este ritmo me sobran días…

En Castrojeriz tenemos otro parón por nuevo pinchazo de Domingo (los pinchazos nunca vienen solos). Y encima me llaman Martín y Nuria diciendo que salían en bici de Burgos porque es Domingo y no salen autobuses. Son las 10:30, no creo que lleguen muy lejos… Tiro para delante junto a Kaitz que tiene prisa porque tiene que llegar pronto a Santiago pero en las primeras rampas del monte Matajudíos tengo que despedirme de él. El no poder utilizar el plato pequeño me está matando. Subo como buenamente puedo y me paro a hacer fotos y a descansar en la cima. Cuando me voy a marchar veo venir a Juan y juntos esperamos a Domingo mientras degustamos una barrita energética. Los tres marchamos fuerte y solo paramos en las cataratas del canal de Castilla.

Tras pasar el río Pisuerga, en Itero de la Vega, Juan ve un albergue con comida casera y decide parar a comer pero… ¡son las 11:40! Yo pienso en seguir rumbo pero esta gente se empeña en invitarme a comer y termino aceptando. Charlamos distendidamente durante la comida. Empezamos a coger confianza y a conocernos mejor. Para saciar nuestro apetito nos sirven una fuente enorme de macarrones en teoría para 2 (pero son para 4 por lo menos) y una mega ensalada para Domingo. De segundo un filetón de ternera exquisita, y de postres flanes para todos. Todo ello aderezado con un agradable vino de la tierra. ¡Es estupendo comer en estos pueblos alejados de la mano de Dios!

Pasamos Frómista y por el asfalto parece que aguanto bien a pesar de que llevamos más de 70 Km. a ritmo infernal. En el merendero de Villalcazar de Sirga hacemos un descanso. Aquí conocemos al sorprendente Johnny, un pseudohippie cántabro que venía a pie y durmiendo en portales desde Santander, y a su dulce perra Pipi. Tras ayudarle a recoger piñones e intercambiar batallitas nos despedimos de él. Vamos dirección Carrión de los Condes, hasta el pueblo respondo bien, pero los últimos 17 Km. por una pista gris y horrible me hace sufrir como un perro. No puedo con mi alma, estoy tan cansado que me caigo subiendo una cuesta. No consigo aguantarles el ritmo a ninguno de los 2 y, cuando creo que voy a desfallecer, diviso lo que parece ser un campanario, eso tiene que ser Calzadilla. Eso me hace resurgir y hago un último kilómetro a toda prisa para acabar el suplicio.

Calzadilla resulta ser un pueblecillo en la nada, porque no hay absolutamente nada alrededor. El albergue del pueblo no le hace mucha gracia a Juan y decide echarle un vistazo al hostal. Al cabo de unos minutos parto con Domingo a buscar a Juan. A Juan le ha gustado el hostal y el precio, ellos se quedan y, nuevamente, se empeñan en invitarme con ellos, la habitación que han cogido es de 3 así que no me quedan muchas opciones. Por si fuera poco se empecinan en invitarme también a la cena, ya me encuentro un poco sobrepasado y me sabe mal, pero no tengo fuerzas ni para rechistarles.

Nos vamos a la piscina del albergue a tomarnos un merecido y reparador baño (ya que el dueño del hostal es el mismo que el del albergue). Luego duchita y cena. Piden cordero lechal para los 3, pero resulta que solo quedan dos raciones, se las cedo gustoso a ellos y me “obligan” a meterme entre pecho y espalda un chuletón de buey que se sale del plato. La verdad es que está increíble. Acabo dándoles más de la mitad a ellos que lo miran con ojos de deseo… ¡Que menos puedo hacer! ¿No? Además es demasiado para mi. Por supuesto otra vez pagan ellos y yo ya no se que decir… A partir de ahora tendré que pagar yo a sus espaldas antes de que se den cuenta. Vemos la goleada de Brasil a Italia y a dormir. ¡Qué buena gente son estos venezolanos!

P.D: Mis amigos hacen noche en Castrojeriz, a 60 y pico kilómetros...

Camino de Santiago Día 3

Día 20/06/09 AZOFRA - BURGOS (89 Km.)


Parto temprano de Azofra para ver si atrapo pronto a esta gente. Ellos han hecho noche a 14 Km., en Santo Domingo de La Calzada. El primer tramo es bastante plano pero el camino pedregoso lo hace más duro. Me paro a hacer alguna fotillo a los preciosos prados rebosantes de amapolas. No tarda en llegar el primer repecho serio, a mitad de rampa tengo que poner pie a tierra y aprovecho para hacerle unas fotos a Kaitz que viene detrás de mí como una moto. En un esfuerzo me reengancho a su rueda para acabar la subida y hacemos juntos el tramo llano y los magníficos descensos plagados de piedras por los que hace tan solo 2 días tenía que bajar casi parado (ahora voy como una moto, ¡incluso más rápido que mi compañero vasco!).

En la bonita ciudad de Santo Domingo separamos nuestros caminos ya que el sigue por el sendero de peregrinos y yo continuo por la carretera para cazar a Martín y a Nuria. Ahora marcho dirección Grañón, paso el pueblo y con él la provincia de La Rioja (¡Ya estoy en Castilla León!). Consigo alcanzar a los chicos en Castildelgado, la verdad, esperaba hacerlo más tarde. Les propongo hacer la parada matinal en Belorado, aceptan y seguimos unos 10 Km. más hasta esa localidad. Una vez allí nos metemos entre pecho y espalda unas magdalenas, unos pastelillos (de chocolate, como no) y unos melocotones que me parecieron deliciosos. Tras intercambiar impresiones y contarnos las batallitas del día anterior continuamos subiendo ya hacia el Alto de La Pedraja. Al principio parece suave pero a partir de Vilafranca-Montes de Oca se me hace realmente difícil la ascensión. Además el sofocante calor no ayuda ni un pelo. Cerca de lo que creo que es la cumbre y después de empujar la bici largo rato espero a esta gente en un recodo.

Hora y pico más tarde hacen su aparición y comenzamos a preparar unas sopitas (¡¡como hace poco calor!!) y más espaguetis. La comida resultó un poco accidentada ya que en una de estas se nos volcó el hornillo… y nosotros justitos de agua. Total que con la panza llena y tras 2 horitas de descanso afrontamos una bajada frenética y espectacular en busca del pueblo fantasma de Ages. Lo de fantasma es porque pretendíamos hacer noche allí pero jamás lo encontramos. Está es una de las desventajas de ir por carretera. A pesar de la cara de horror de Nuria decidimos que lo mejor era continuar otros 17 Km. e ir hasta Burgos. Suerte que la Nacional no presentaba apenas cuestas y llegamos pronto. Cómo anécdota reseñar que nos cruzamos con una carrera ciclista y, aunque es una tontería, a mi me hizo bastante ilusión.

A la entrada de Burgos nos perdemos pero una agradable pareja de ciclistas nos salva del embolado y nos acompaña por la orilla del río hasta nuestro albergue municipal. Nuevecito y con instalaciones de todo tipo, buen lugar para descansar a pesar de que hay muchísima gente. En el albergue me reencuentro con Kaitz y 2 venezolanos que ha conocido por el camino. Visita turística a la Catedral, el centro histórico, el río, etc. Luego comilona en un chino tras pasar por el Eroski para recaudar provisiones. Estoy tan cansado que a pesar del ruido en las calles (es sábado) me duermo enseguida mientras escucho como España gana a Irak.

Camino de Santiago Día 2

Día 19/06/09 ESTELLA - AZOFRA (84 kms)

Amanecemos a las 5:50, algo más temprano que el día anterior (hay que aprovechar las horas de poco sol) aunque nos tomamos el desayuno preparado por nuestro anfitrión con tranquilidad. Después del Colacao, las tostadas y las galletas recibimos con gusto los últimos consejos de Diego, montamos las bicis y con algo de pena nos despedimos de este familiar albergue.

Los primeros kilómetros son de subida constante pero no demasiado dura, por suerte, de momento está nublado, esto sumado a que estamos recién descansados hace que la afrontemos bastante bien. Tras charlar un rato con el italiano de los 150 kms diarios (venía desde Barcelona) meto ritmo e intento seguirlo, acabo dejándolo por imposible. Justo al coronar hago una parada para esperar al resto y me encuentro con un señor muy amable de Castellón que habíamos conocido ayer.

Largo descenso hasta los Arcos. ¡Qué gozada! Hoy si que estoy disfrutando a base de bien, esto es otra cosa… Estos kilómetros se me pasan volando mientras voy dándole fuerte a los pedales y hasta yo me asombro de lo rápido que voy. Parada de espera después de la subidita a Sansol, decidimos continuar hasta Torres del Río para almorzar. Compramos en la tienda del pueblo (por cierto, ¡menudo negocio hace!) y recuperamos energías gracias a unos estupendos bocatas de jamón york y queso mientras un perro hippie nos observa hambriento.

Al reemprender la marcha nos espera otra subida bastante majeta, 4 kms con rampas entorno al 5% hasta la Ermita de la Virgen del Poyo, pero hoy me encuentro con fuerzas y tirando de riñón la subo del tirón. Después de las subidas siempre llega la recompensa en forma de bajada, vaya gustazo de descenso, cada vez me animo más y ya paso de los 60 por hora. Justo antes de un corto pero duro repechón (500 metros al 13,7% de desnivel) tengo que parar en un bosque a hacer de vientre. Gajes del peregrino…

No se muy bien como pero consigo subir también esa rampa, ¡hoy estoy que me salgo! Más bajada camino de Viana. Y cuando ya parecía todo cuesta abajo hasta Logroño aun nos sorprende una cuesta de 30 metros pero de más del 20% ¡Ojú! Y yo sin plato pequeño… No he hecho tantas eses en mi vida.

Una señora encantadora nos da unos planos de Logroño y nos explica un par de detalles sobre la ciudad, nos despedimos agradecidos y penetramos en esta bonita ciudad. Un parque nos sirve de alojamiento temporal mientras compramos pan y nos hacemos unos bocatas. Las patatas al jamón me supieron a caviar, pero del bueno. Allí en Logroño, tras 45 kms, Martín y Nuria deciden tomar un autobús hasta Santo Domingo de la Calzada, yo decido probar suerte e intentar llegar hasta allí.

A la salida de Logroño, y tras visitar su centro histórico, me sorprende un estupendo carril bici hasta el Embalse de la Grajera que me pareció un paraje muy bello y acogedor. Después buena cuesta de tierra, empiezo a notar en mis piernas los kilómetros recorridos, me va a costar llegar a Santo Domingo. Como recompensa vuelve a hacer aparición la bajada, descenso hasta Navarrete, bueno, miento, los últimos 500 metros hasta el pueblo son indecentes, una rampa que no sube ni Contador.

En el maldito Navarrete me perdí hasta dos veces y, a pesar de mis primeros síntomas de desfallecimiento, no puede continuar por la Nacional debido a las malas indicaciones y teniendo que coger el camino de peregrinos que me acabó de matar. Subida constante hacia Ventosa, que hizo honor a su nombre (¡en contra, por supuesto!). Ahí creía que había acabado la subida, pero mi gozo en un pozo, aun quedaba lo peor y además el terreno estaba embarrado e impracticable.

Cuando conseguí coronar el Alto de San Antón y sus miles de montoncitos de piedras por un camino totalmente desierto mi estado era lamentable y solo pensaba en llegar a Nájera para hacer noche. Después de un descenso temerario por una trialera llegué exhausto a este pueblo. Me recibió un bonito pueblo en fiestas construido entorno a un hermoso río. Me hubiera gustado conocerlo más a fondo pero… Al llegar por fin al albergue el hospitalario me invita amablemente a largarme de allí (¡solo porque voy en bici!). Me vende la moto diciéndome que a 7 kilómetros hay un pueblo que tiene un albergue casi exclusivo para ciclistas, y que la carretera es prácticamente llana. ¡Y un cojón! Me hubiera gustado verle a él subir esa tremenda cuesta de un par de kilómetros que había a la salida de Nájera.


Con más corazón que cabeza llegué a Azofra y a su famoso albergue. El sitio estaba muy bien, muy moderno, con habitaciones dobles y muchas comodidades pero eso de que es para ciclistas… Después de la ducha y las compras me puse a cenar (mi Cazuela de carne [precocinada] de la abuela) junto con Victor (de Vigo) y Kaitz, que resultó ser mi compañero de habitación y también iba a bici, con los que mantuve una agradable conversación. A las 22:30 a dormir.