Salimos de Triacastela en busca de Sarria para buscar un nuevo autobús. Optamos por la ruta de Samos para ver el famoso monasterio. Carretera sube y baja que a primera h
Cruzamos el pueblo hasta la estación de autobuses y buscamos uno para Melide, el destino previsto para hoy. Los dejo en la estación y marcho de Sarria que, dicho sea de paso, no me pareció gran cosa. Desde la salida me encuentro todo el terreno cuesta arriba y aunque voy reventadito me animo a seguir pues aun me quedan muchísimos kilómetros para llegar a destino. Paso Viles, paso Barbadelo y cuando llego a Peruscallo estoy tan cansado que cuando veo un BBVA inmediatamente lo utilizo como excusa para pararme a sacar dinero y tomarme unas gominotas o cualquier otra cosa que me de energías.
Ya toca seguir y, gracias a Dios, apenas me queda subida, todo lo contrario. De repente se descubre ante mí una magnífica bajada hacia Portomarín y su embalse de Belesar. Las vistas son maravillosas pero disfruto tanto bajando que no me paro a
No dudo ni un instante en pararme a disfrutar de este maravilloso pueblo unos minutos. Una adorable pareja de abuelitos holandeses se suma a mi ruta turística. Ya es hora de continuar. Ya decía yo que tanta bajada era sospechosa. Menuda cuesta arriba me toca sufrir ahora, además hoy parece que ha venido a visitarme el hombre del mazo y estoy con la pájara encima pero no me puedo parar y ver como me pasan alegremente los abuelitos… Este terreno rompepiernas me está matando.
Decido olvidarme de todo, apretar los dientes y dar pedales al máximo para llegar cuanto antes que es lo único en lo que pienso. Por suerte, tras el alto de Rosario aparece la bajada. Atravieso a toda marcha Palas de Rei y antes de Casanova otro repechito. La técnica empleada es dar pedales al máximo en los descensos para así aprovechar la inercia en los repechos que son los que matan. Más de ese continúo tobogán de subidas y bajadas rompepiernas. Pero a la cabeza solo me viene Alberto Contador e intento dar pedales con la fluidez que lo hace él. A la altura de Melide paro otro poquito a informar a la parejita de mi paradero y a inyectarme un poco de glucosa en vena.
Vuelvo de nuevo al ajo, después de Melide hay descenso ¡Bien! Pedales, dientes apretados, más pedales, paso un pueblo, repechón, y otro pueblo. ¿Cómo?, no me lo puedo creer, leo el cartel de entrada y pone ARZÚA. Y solo son las 16:00. No
Ya recuperados salimos los tres a buscar una pulpería, para darnos un homenaje. Encontramos un lugar fantástico y acogedor. Por supuesto, nos comimos un buen pulpito a la gallega con sus cachelos correspondientes. Esta vez me toca a mi invitar, y muy a gusto que lo hice. Luego a descansar para afrontar el último día hasta Santiago puesto que ya solo nos separan 45 kilómetros de la plaza del Obradoiro.
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